Movimientos robóticos

Soy un apasionado del movimiento.
Caminante mañanero, rolador de tatamis, golpeador de pelotas con raqueta (de mesa y de cancha grande).
No sé si soy bueno o destacado en ninguna de estas actividades pero no me importa; lo que sí me importa es disfrutarlo.
Durante mucho tiempo me moví como un robot… a los tirones, sin fluidez, como pegándole patadas al suelo. Y eso, por supuesto me pasó factura: lesiones, dolores, rendimiento en picada, vacaciones forzadas… había partes de mi cuerpo que no cooperaban y se terminaban sobre exigiendo.
Y ahí entendí algo: los robots no disfrutan.

La historia de cómo mi omoplato derecho nunca quiso colaborar con mi revés a dos manos.

Desde la pandemia que juego al tenis y me divierto mucho. En algunos momentos durante el entrenamiento notaba que mi revés (un  golpe básico de tenis) no “fluía”. Había algo que no se sentía cómodo en el movimiento, pasaron los años y fuí mejorando la técnica, la precisión, la potencia etc. Todos asuntos técnicos, pero seguía sintiendo que mi revés a dos manos no me gustaba. Una molestia en las costillas, una falta de equilibrio en el pie…que se yo! algo de como me organizaba no me gustaba.

  • Flexibilidad?🙅‍♂ NO! entrené siempre mi flexibilidad: soltando fascias, elongaciones, entrenamiento con carga en rangos máximos.
  • Fuerza?🙅‍♂ Tampoco!
  • Técnica?🤷‍♂️ puede ser, pero fui mejorando mi técnica y esto no ha cambiado nada

…era otro el tema… son esas cosas que el instructor te dice: «seguí practicando con suerte un día mejorará» y si vas al traumatólogo te queda mirando con cara de: “En la placa no salió nada, querés que hagamos otra?
Los dolores, las contracturas son cosas que usualmente se resuelven con una visita al masajista o con un par de visitas al kine, pero esa solución temporal no me convencía porque lo único que hacen es quitarte el dolor, por más bueno que sea el masaje, esencialmente no cambia nada.

Ya que soy un robot, ¿que tal una reprogramación?

Un día, descubrí el asunto de los patrones corporales en una clase del método feldenkrais. Fue un antes y un después. No me corrigieron nada, pero de alguna forma en esas clases aprendí a moverme con más espontaneidad, con más potencia y en general con una sensación de…sí, lo voy a decir: coherencia.

Pude sentir por primera vez un movimiento fluido y conectado desde la columna hacia los brazos. Simple y fácil…y se me lleno el culo de preguntas: ¿de qué está hecho el movimiento? ¿Cómo es posible que tan rápidamente pude mejorar algo que parecía imposible? ¿Qué relación hay entre neurosis y movimientos toscos y torpes? ¿Como es posible que el factor de interferencia cuantica de manifestación de la materia aaaaaaaaaaa!

muchas preguntas

calmate, marcos, vamos de a poco.

Usualmente se habla de “ser más consciente” y la verdad la verdad, no entiendo qué significa eso de: “tenés que ser más consciente” ¿consciente cómo? ¡Ni idea! Y sinceramente creo que los que dicen eso tampoco lo saben, porque la cantidad de información que podemos evocar conscientemente no es tanta y usualmente, con la presión del juego, uno se olvida de todas las “reglas posturales”. La mecanización por supuesto juega un rol importantísimo pero se descuida el aspecto interno: la auto organización.

Estando en el piso, tomando una clase de Feldenkrais, por supuesto que la conciencia es mucho mayor, pero es un entrar y salir, un picoteo, un juego, un descubrir, y creo que la magia está ahí, porque cuando estás bajo presión no aprendes nada, podés repetir, eso sí, como un loro, pero aprender no, porque para aprender hay algo que se tiene que aclarar en la sensación interna, en el sentido común, en las conexiones que hacen al criterio propio y subjetivo.

Revisar esos patrones invisibles de una forma clara, tranquila, aquietada, con las ondas cerebrales adecuadas (¿eran las alfa o las beta? bueno, las de la meditación), aprender sobre uno mismo lejos de las respuestas de supervivencia y de a poco ir entrando al ritmo y a la fuerza fue como abrir las puertas del cielo. Este enfoque integra información de una forma completamente distinta, mucho más completa tanto a nivel muscular, esquelético, sensorial y emocional.

¿Emocional? ¿Qué hay de emocional en el deporte?

El objetivo no es que uno se ponga a llorar después de una volea que se quedó en la red, el punto es que en los patrones de movimiento también se involucran aspectos emocionales, pensamientos, imágenes, etc … y esto se vuelve muy obvio cuando uno empieza a aprehenderse. Cada vez que le iba a dar de revés, sentía que iba a fallar. Tremendo insight!  ¡Hola! ¿Freud? ¡Teléfono para vos! Andá a saber de pibe que me pasó que me puso a funcionar de esa manera temiendo que le iba a errar cada vez que movía el brazo, pero me pasaba, viejo!, me pasaba! así que no era tema del omóplato, pobrecito hacía lo que podía, a lo que voy es que no era tema estructural, no había nada ni en el hueso ni en el músculo, sin embargo, había algo “malo” en 👉mí que no me dejaba hacer eso que yo quería hacer.

Había algo que aparecia todo junto, en cada momento, evocando en un instante toda mi historia, incluido ese miedo que hacía que mi omoplato no conectara con mi columna, eso no sale en la placa mi querido traumatólogo, te quiero mucho, seguí buscando pero no va a aparecer, haceme una placa del alma.
Cuando revisás los patrones, todo esto sale a la luz,  se abren los campos morfogenéticos? no tengo la menor idea pero algo pasa, la info emerge y podés tomar tus decisiones. Bueno no vos, tu sistema nervioso, tema largo, nos devuelve al asunto del consciente y el inconsciente pero mejor lo vamos a dejar por acá el tema, seguiremos en próximas entregas. Este 2024, te invito a tomar el control de tu movimiento y a recalibrar tus patrones. Llamame. Como dije antes ¡Moverte con inconsciencia es la clave! Tu omoplato me lo va a agradecer.

 

Marcos Mulka
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La historia de cómo mi omoplato derecho nunca quiso colaborar con mi revés a dos manos.